
Esta es la premisa de la que parte Neal Shusterman en Unwind, una novela de ritmo frenético, a ratos tierna y a ratos terrible, que no dejará indiferente a nadie.
Nos situamos en un mundo posterior a la III Guerra Mundial. Tras haberse enfrentado a muerte durante años, los dos bandos, el Pro-Aborto y el Pro-Vida, firmaron un Tratado: el aborto queda terminantemente prohibido, pero si el niño demuestra lo ser digno de la vida que le ha sido concedida, al llegar a la adolescencia se procederá a su Desconexión: hasta el último pedazo de su cuerpo será transplantado a otra persona. y de esa forma técnicamente no se podrá decir que está muerto, porque todo su cuerpo seguirá con vida.
Connor es un rebelde. Risa no es lo bastante buena. Y Lev fue educado para aceptar su Desconexión como un sacrificio sagrado.
Por casualidades del destino, los caminos de los tres se cruzan, y ya no volverán a separarse. A veces ayudándose y a veces lastrándose el camino, intentarán salir adelante, y llegar a cumplir los lejanos dieciocho.
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